Plagas de verano para la agricultura
Con las altas temperaturas y también durante todo el año, las plagas son un dolor de cabeza para los agricultores. ¿Cuáles son las plagas de verano principales?
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Desde que se desarrolló como una industria, las plagas de verano siempre han sido un factor de perturbación para la agricultura. Incluso desde antes, en los tiempos que los primeros asentamientos en torno a pequeñas porciones de terrenos destinadas a la siembra cambiaron los comportamientos humanos. Los peligros provienen principalmente de insectos y arácnidos, pero no exclusivamente. Hongos, bacterias y virus representan otros riesgos, así como algunos animales.
El cambio climático ha complicado más el panorama. En ‘condiciones normales’, es durante la temporada estival cuando estos agentes nocivos se multiplican de manera importante. Las altas temperaturas aceleran tanto su metabolismo como su ciclo vital, lo que trae como consecuencia un aumento dramático de estas poblaciones.
También es ‘condiciones normales’, la mayoría de los artrópodos (invertebrados entre los que figuran insectos y arañas) ve reducido su número en invierno. Esto sucede porque no son capaces de regular su temperatura corporal. Pero con los barómetros mostrando cifras cada vez más altas, cuando entra la primavera muchas de estas plagas están tan esparcidas que resultan incontrolables.
Las más comunes
La mosca blanca y el pulgón son dos de las plagas de verano más comunes. La primera es responsable de que las hojas pierdan su color. Además, sobre una sustancia viscosa con la que impregnan a sus huéspedes se desarrolla un hongo conocido como negrilla, el cual suma más efectos negativos. Un agente nocivo que también crece de la mano con los pulgones.
Por otra parte, si bien las hormigas son admiradas gracias su gran capacidad organizativa y por construir verdaderas metrópolis bajo tierra, no son muy apreciadas entre los agricultores. Algunas especies se dedican a esparcir y proteger a azotes estivales de cultivos, como los saltahojas. Al tiempo que, como parte de sus preparativos para los meses fríos, atacan con ferocidad a muchas plantas.
Arañas, caracoles y babosas
Entre los arácnidos, la araña roja es particularmente nefasta. Sin embargo, es una de las plagas más fáciles de mantener a raya. La mayoría de las veces el agua genera en ellas tanta incomodidad que optan por retirarse.
La falta de humedad hace que gusanos y babosas se reúnan en torno a los sembradíos. De hecho, son muy ‘populares’ dentro de los huertos urbanos, atraídos por el agua que se aplica a las plantas como parte de sus cuidados.
Plagas de verano: insecticidas, solo si no hay otra salida
Además del calentamiento global, otro factor que ha favorecido el crecimiento de las poblaciones de plagas agrícolas es el uso excesivo de insecticidas. Lo que ha traído como consecuencia que muchos de estos agentes hayan desarrollado inmunidad. Por ello, su aplicación debe considerarse como un último recurso.
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